Lo de activar semillas puede sonar a que vamos a darle superpoderes, o a iniciarles en algún tipo de terapia energética.
Y no es así.
Pero sí 🙂
Es algo muy sencillo (¡me encanta lo sencillo!), y es lo que te cuento a continuación.
A qué semillas me refiero
Dice la RAE que una semilla es «parte del fruto de las fanerógamas, que contiene el embrión de una futura planta, protegido por una testa, derivada de los tegumentos del primordio seminal.»
Casi nada.
Resumiendo, la semilla es el grano que produce una planta, que tiene la capacidad de convertirse en una nueva planta de la misma especie.
Así que semillas no son sólo aquellas que comúnmente llamamos semillas: pipas de girasol, de lino, de calabaza, etc. sino también los granos que generalmente cocinamos como el arroz, garbanzos, lentejas, etc. y los frutos secos, como las almendras o nueces.
¿Por qué hay que activar las semillas?
En una planta, las semillas son la posibilidad de perpetuar la especie, por lo que son muy valiosas.
Por eso cuentan con su propio sistema de protección:
- Una serie de tóxicos (variables según el tipo de semilla) para evitar que los animales se la coman,
- Inhibidores enzimáticos, que mantienen la semilla «en hibernación» hasta que llegue su hora de convertirse en una nueva planta.
Los tóxicos no están en cantidad suficiente para que te maten de una sentada, pero un día y otro y otro estás introduciendo una cantidad variable de tóxicos que podrías evitar fácilmente.
Los inhibidores enzimáticos van a hacer que te cueste más digerir esa semilla, y puedas tener problemas de digestión, pesadez, … sobretodo al mezclarla con otros alimentos.
Qué es entonces activar las semillas
Activar las semillas es hacer que se eliminen esos tóxicos de protección, que libere los inhibidores enzimáticos y que comience el despliegue enzimático de la semilla.
Cuando las ponemos en remojo con agua, la semilla encuentra las condiciones que necesita para desarrollarse, y comienza su proceso de germinación.
La primera parte de este proceso es la activación de la semilla:
- Desprenderse de los tóxicos.
- Liberar los inhibidores enzimáticos.
- Comenzar a liberar todo su arsenal de enzimas para fabricar la nueva planta, lo que va a ayudarnos a digerir la semilla, y a potenciar el poder nutricional de la misma.
Cómo se activan las semillas
Pues es lo más fácil del mundo! 🙂
- Poner las semillas en remojo con agua durante 6-8 horas (según la semilla estos tiempos varían).
- Escurrir las semillas y enjuagarlas bien con agua nueva. Ten en cuenta que en el agua del remojo se habrán quedado esas sustancias que no queremos ingerir.
¡Listo!
Ahora ya puedes tomar tus semillas, sin tóxicos y con un valor nutricional muy superior a la semilla no activada.