Desde hace un tiempo estoy escuchando en distintos ámbitos el discurso de que el tema del plástico no es culpa nuestra, sino de quienes han permitido que se comercialice.
También en las charlas o cursos que doy, suele haber alguna persona que dice que ella no recicla, porque luego el camión lo junta todo y lo tira al vertedero.
Tienen razón.
¿O no?
Pues sí y no.
Te explico mi visión.
Efectivamente, nosotras, las personas normales y corrientes, no inventamos el plástico ni tampoco decidimos que se convirtieran en los omnipresentes envases para todo.
No es culpa nuestra que lo que antes se vendía a granel, papel o vidrio ahora venga en plástico.
Incluso lo que nadie se planteó nunca que necesitaba envoltorio, como una mano de plátanos o un par de lápices.
Tampoco tomamos las decisiones de cómo se gestionan los residuos municipales.
Y en la mayoría de casos no hay transparencia para poder saber con exactitud qué se hace con los residuos que separamos en cada contenedor correspondiente.
Esto es lo que hay.
El hecho de que el plástico, un derivado del petróleo, esté omnipresente en casi cualquier bien de consumo, no es culpa nuestra.
El hecho de que el camión de la basura meta todo en un mismo sitio y lo lleve mezclado para meterlo directamente en un hoyo (así gestionamos la basura en esta sociedad del «progreso») tampoco.
¿Y qué hacemos? No es culpa nuestra, pero el planeta se está petando de plástico. La naturaleza tampoco tiene la culpa.
Podemos quedarnos en ese discurso.
Es una perspectiva que al menos ve un poco más allá y no acepta la crueldad del sistema que por un lado crea el problema y por el otro te echa la culpa para que tú lo resuelvas.
También podemos exigir a los responsables que se hagan cargo: hacer quejas formales, pedir transparencia y normativas ecológicas de verdad en gobiernos e instituciones, conocer la trazabilidad de los residuos en nuestra zona, denunciar públicamente lo que no se está haciendo correctamente, etc.
Quizá piensas que lo que hay que hacer es reciclarlo… Aquí te cuento sobre eso que llamo la sostenibilidad tóxica.
Todo esto está bien pero mi opción favorita, y que no es excluyente de las anteriores, es la de no consumir plástico.
O más realista, hacerlo lo menos posible.
¿Por qué, si no es culpa mía?
Porque en esa montaña de basura plástica, habrá una basura menos.
Porque aunque los que tomen las decisiones pasen de cuidar el planeta, yo quiero seguir cuidándolo.
Porque aunque yo no tenga culpa de lo que hagan los demás, sí soy responsable de lo que hago yo.
Estamos en julio, mes en el que se celebra la campaña julio sin plástico.
Esto consiste en pasar el mes de julio sin consumir plástico de un solo uso.
Es una manera de ponernos en acción, y hacerlo junto con otras personas que en todo el mundo están participando en el mismo reto.
¿Te animas a participar?
¿Tú también crees que aunque no seas culpable todavía puedes elegir?
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