Sé que este título suena mal en algunos países de América, pero espero que me disculpen. No va por ahí el asunto.
Viene a raíz de esta historia.
Todos mis veranos de infancia y juventud los pasé en una playa de pueblo.
Nos conocíamos todos.
Era muy guay.
Cuando era adolescente, una chica de más o menos mi edad que también veraneaba siempre allí, pero que vivía en la ciudad, dijo un día: a mí esta playa no me coge.
No dio más información verbal, pero básicamente dio a entender que el pueblo le parecía poco.
La ciudad se le hacía más razonable.
Gustos.
El caso es que esa frase, mítica para las que sí seguimos disfrutando nuestros veranos de juventud en esa playa, la aplico yo ahora para la ciudad.
Te cuento.
Por motivos familiares estoy pasando unos días en Madrid.
Una tarde me estaba bañando en mi playa de pueblo, y a la mañana siguiente estaba cruzando la Gran Vía.
Así, sin anestesia.
Me impactó.
Hacía tiempo que no venía. Y me pareció demasié.
Cuando tomas distancia de un lugar, al volver puedes verlo con ojos más objetivos, desde la mayor perspectiva que da la distancia.
Lo mismo pasa con una relación o situación, aunque ese no es el tema ahora.
Puede sonar manido, pero es que la cantidad de gente, de edificios, asfalto, coches, ruido, tiendas, basura, …
Me impacta tanto estímulo y distracción. Lo siento desarmónico.
Y todo esto me ha hecho recordar a las personas mayores de la cumbre de la isla.
Esas que han nacido y vivido siempre en el campo, en lugares muy retirados de la ciudad.
Ya van quedando menos, pero si a alguno le invitas a la ciudad para ver esto o aquello seguramente te dirá que no.
No lo necesita.
Está conectado a lo que de verdad llena.
Las distracciones de la ciudad, tan valoradas en la sociedad actual, son prescindibles para alguien conectado a la verdad sencilla del campo.
Yo no he tenido esa vida tan sencilla y conectada.
Afortunadamente nací en un pueblo de una isla. Y eso ayuda.
Pero es mi proceso personal el que me ha llevado a este momento donde digo: la ciudad no me coge.
Por supuesto que ya que estoy aquí disfruto de la experiencia, los encuentros personales y la novedad de estar en un sitio diferente al cotidiano.
Pero sé dónde tengo mi corazón, e intento protegerlo para ser lo que soy y no perderme en distracciones que me alejan de mi esencia.
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