Cuando he hablado (públicamente o en grupos privados) de dejar de usar programas privativos y pasarse al software libre y formas más seguras de usar tecnología, siempre hay quien dice: yo paso, no tengo nada que ocultar.
La mayoría de las personas usa por inercia programas privativos como WhatsApp, Windows, iOS de iPhone, Mac, Microsoft Office, Chrome o Gmail.
Usar la tecnología que se ofrece masivamente, sin criterio, porque “no tengo nada que ocultar” es lo mismo que decir que no me importa la libertad de expresión porque no tengo nada que decir.
Me gustaría explicar aquí por qué esta postura puede no ser una buena idea:
- A lo mejor no tienes nada que ocultar ante el actual gobierno de tu país donde las leyes están más o menos alineadas con lo que tú haces.
Pero esto podría cambiar en cualquier momento (te recuerdo que hace nada estuvimos meses donde estaba prohibido que 2 personas estuvieran sentadas en un parque).
Los gobiernos y las leyes cambian, y precisamente estamos en tiempos revueltos.
En 10 años quizá en tu país sea ilegal vender plantas medicinales, y el gobierno rastree el comercio ilegal de plantas medicinales al que perteneces tú o tus amigos. - Por otro lado, internet y los programas que usamos son globales. Usándolos o incluso pagando por ellos sabiendo que tienen puertas traseras para recabar información, estamos contribuyendo a su uso masivo, y que el gobierno de otro país pueda espiar a disidentes, a quien sospechan que es homosexual, cristiano o lo que quiera que sea ilegal en cada país.
Lo de “nada que ocultar” solo funciona mientras las personas en el poder comparten tus valores y los de la gente que conoces.
Pero qué pasaría por ejemplo con la desobediencia civil pacífica o la denuncia de abusos de poder del gobierno…
Ya estamos viendo cómo se censuran cuentas de redes sociales o vídeos de youtube.
Sé que lo más cómodo es seguir usando las aplicaciones informáticas de uso masivo, y que “no tengo nada que ocultar” suena razonable para la mayoría de las personas de occidente.
Pero también me doy cuenta de que la comodidad no es siempre el criterio más conveniente para el ser humano, y que muchas veces es precisamente una trampa.
En el uso de las tecnologías, apostar (en la medida en que cada uno pueda) por el uso de programas libres en lugar de los que se nos ofrece de forma masiva es un paso al frente en la construcción de nuestro plan de libertad como humanidad.
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