Me he hecho vegana este verano.
En este artículo te cuento cómo ha sido el proceso, los 4 momentos clave que me han traído hasta aquí y las reflexiones que iba teniendo en el camino.
Sé que muchos pensaban que ya era vegana (y en parte sí). Siempre que hablo de alimentación (y de todo en general) en este blog lo hago desde una perspectiva consciente, a nivel de salud, sostenibilidad y respeto por los demás seres que convivimos en este planeta.
Esto digamos que es propio del veganismo, así que, se supone que yo era vegana.
Soy vegetariana (no como carne ni pescado) desde hace muchos años, y creo que me había acomodado a esa situación. El veganismo era una opción que me parecía la más adecuada, y de hecho en casa ya llevaba una alimentación vegana (nada de origen animal: ni lácteos, ni huevos, ni miel, etc. Tampoco carne y pescado, se entiende) y priorizaba en general los productos no animales ni testados en animales.
Pero si fuera de casa tenía que comerme una tortilla con huevos o un helado con leche, me lo comía tranquilamente.
¿Qué pasó entonces?
Llegó mi momento de claridad. O mejor dicho, se aceleró mi proceso, ayudado por 4 momentos. Ahí van:
Me hago vegana momento 1: la pregunta
Llevaba una época en la que el tema me rondaba por la cabeza, y cada vez me resonaba más.
Un día, estando en una comida familiar, cuando estábamos allí juntos saboreando el helado de la tarde, una prima nos preguntó a mi hermana y a mí si nosotras éramos veganas.
Mi respuesta inmediata fue decir que no (obviamente estaba comiendo un helado que llevaba leche) pero por dentro noté que esa pregunta tocaba algo profundo.
Por cierto que cuando me hice vegetariana, también hubo un momento pregunta. En este caso la hizo un amigo durante una cena de picoteo mientras yo comía un sandwich de jamón y queso (¿Tú no eres vegetariana?)… 15 días después dejé de comer animales forever (por supuesto que el proceso ya se había iniciado meses antes y no fue la pregunta el único momento de inspiración 🙂 )
Me hago vegana momento 2: la respuesta
Poco tiempo después, durante el reto de Julio sin plástico, publiqué esta receta de sorbete de fruta vegano.
A los que siguieron el reto a través de los emails que envié a la lista de correo, les comenté que mi reto para este verano era comer helado no sólo sin plástico sino además vegano.
Y en esas andanzas de hacer helados veganos para tener en la reserva por si me entraba el ansia viva de helado durante el verano, llegó el momento en que me hice en serio la pregunta: ¿Eres vegana?
Por supuesto, internamente ya sabía la respuesta.
Como contaba cuando hablé de mis razones para ser vegetariana, hace años leyendo la biografía de Gandhi supe que yo tampoco quería colaborar con la violencia, sino que mi paso por el mundo fuese de paz. Ése fue el detonante para desde entonces no querer matar más animales y hacerme por tanto vegetariana. Como la mayoría de gente, no los mataba yo directamente, sino que pagaba para que otros los mataran por mí ¿O no es eso lo que hacemos cuando consumimos carne? 😕
Esa misma inquietud de no violencia y respeto a todos los seres del planeta es lo que me lleva ahora a tomar consciencia de que quiero vivir no sólo sin matar animales, sino además sin usarlos como objetos para obtener un beneficio.
La Madre Tierra no está a nuestro servicio, y por supuesto los animales tampoco.
La industria de los lácteos y huevos, es tan cruel como la cárnica. Documentales sobre el tema hay muchos, pero no he necesitado siquiera verlos.
Como comentaba en aquel artículo, voy un poco más allá del maltrato animal que sucede en las granjas. Aunque este maltrato no sucediera y las granjas fueran paraísos terrenales, siento de corazón que los animales son seres libres como yo, y merecen vivir su vida como les plazca. No tengo derecho a encerrarlos para usar su leche, huevos, piel, etc.
Además, ni siquiera es necesario en la sociedad moderna en la que vivo. Puedo estar perfectamente sana y nutrida sólo con alimentos vegetales y tener los objetos que necesito sin usar piel ni ningún otro «producto» animal.
Ahora lo cuento muy decidida, pero en ese momento pensé, voy a probar: «me declaro vegana en modo de prueba».
Me hago vegana momento 3: el podcast
Sabía que algunas cosas me costarían, y por eso pensé que necesitaba escuchar más sobre el tema.
Desde hace tiempo sigo un podcast sobre emprendimiento y sabía que Joan (su creador) tenía otro podcast sobre veganismo.
Así que lo busqué y empecé a escuchar todos los episodios seguidos mientras hacía cosas en casa, en la guagua, etc. Me enganchó totalmente, y fue un empujón de motivación impresionante. Te lo recomiendo mucho.
(Por cierto que me está picando el gusanillo de hacer un podcast sobre estilo de vida consciente: alimentación viva y vegana, vida sencilla (minimalismo), consumo responsable, sostenibilidad cotidiana, naturaleza, menos basura (zero waste), consciencia, … Si crees que puede ser interesante dímelo en los comentarios 😉 ).
Volviendo al tema, me encantó comprobar que somos cada vez más los que pensamos que, aunque la sociedad esté montada bajo la premisa de que «las vacas dan leche», «las gallinas ponen huevos» y «las abejas dan miel», esto es sólo una cuestión cultural.
Si observas esa cultura con distancia, te das cuenta de que los animales no están en el mundo para generar productos para los humanos, por mucho que como humanidad lo hayamos creído así durante mucho demasiado tiempo.
Me hago vegana momento 4: «con la cultura hemos topado amigo Sancho»
Un par de semanas después me fui a pasar unos días a un pueblo de Segovia.
Nada más llegar, en el patio de una casa estaban en plena matanza de cochinillos. Eran sólo unos bebés… Me ahorro escribir aquí los detalles.
Esta experiencia, y el estar rodeada durante semanas de una cultura prácticamente basada en el maltrato animal (granjas intensivas, carnicerías, gastronomía basada en animales, encierros y corridas de toros, etc.) fue la confirmación de que el veganismo que estaba estrenando había llegado para quedarse.
Cuando se te cae la venda de los ojos, ya nada lo ves igual. De repente ves con claridad una realidad que antes tenías borrosa, y cuando esto ocurre, ya no hay marcha atrás.
Por supuesto, también me aseguré de tener la despensa llena de fruta, frutos secos, y de tener buenas reservas de helado vegano, hecho con anacardos y leche de coco (publicaré la receta, ¡Prometido!), que llena más que el sorbete de fruta y está deliciossisisísimo 🙂
Teniendo alternativas ricas a mano, es más fácil vivir tu opción desde la alegría y libertad (y no desde la renuncia) cuando a tu alrededor están comiendo dulces, chocolates, queso, helados, … comestibles que hasta hace poco considerabas comida y ahora sabes (también con el corazón, y no sólo con la mente) que han generado sufrimiento a otros seres.
Conclusión
Coincido con Leonardo Da Vinci cuando decía que «llegará el momento en que la humanidad verá el asesinato de los animales como ahora ve el asesinato de las personas».
Ser vegano es una filosofía de paz y compasión hacia todas las formas de vida.
Sé que culturalmente el veganismo puede parecer una opción extremista, pero en mí lo siento como una manera más pacífica y compasiva de estar en el mundo.
Cuando tomas consciencia, te organizas la vida de otra manera para ser fiel a ti misma 🙂
¿Eres vegana/o y has vivido un proceso similar?
¿Aún no eres vegetariana/o pero te lo estás planteando?
Me encantará saber tu historia en los comentarios 🙂
Néstor Marrero dice
Buenos días, me da bastante vergüenza escribir porque no soy ningún adelantado en el estilo de vida sostenible. Más bien soy un bebé. Hace unos meses les regalaron a mis primos unos pollitos y en Navidad mi familia los mataron para hacer la comida. No me lo podía creer y no pude dormir varios días antes del día 24. Entonces decidí no acudir a la celebración. No sabía porqué (yo nunca había tenido empatía hacia los animales para mí eran comida) me indignó tanto que primero fueran un regalo y luego la comida. Mintiendo a los niños sobre el destino que habían sufrido los pollos. En fin de año, mi familia celebró una nueva comida en la que surgió el tema de porqué no acudí a la anterior. Y decidí ser sincero. Entonces mi tío me dijo que era una bobería y que por esa regla no comería más animales. Entonces vi un documental llamado “cowspiracy” en el que se hablaba de las emisiones de metano a la atmósfera por el consumo de productos animales. Siempre he sido un buen ecologista y colaboro con una asociación local. Me pareció que dejar de comer productos animales era un paso tan pequeño y que contribuía tanto al cuidado del planeta que fue algo normal. Decidí hacerlo paulatinamente cada mes dejaría un producto: primero fue las carnes de vaca, de cerdo, los pescados grandes, cabra, oveja, y así. Aún hoy consumo queso que elaboran en mi zona y huevos de mis gallinas que están en mi huerta. El queso desaparecerá pronto pero los huevos de mis gallinas creo que los mantendré. Porque me ayudan a compostar toda la basura orgánica que se genera en casa,controlan las plagas en la huerta por lo que no uso pesticidas y me dan abono.
Noemí Rodríguez dice
Hola Néstor, gracias por escribir a pesar de la vergüenza. Todos estamos aprendiendo, yo la primera, y compartir nuestro testimonio ayuda a otras personas a animarse a dar el siguiente paso hacia una vida más sostenible. Veo que tú has optado por una transición progresiva. Cada uno tenemos que buscar la manera de hacer el cambio que encaje más con nuestra forma de ser y circunstancias personales. Enhorabuena por tu decisión y gracias por compartir tu historia!
Cris dice
Hola! No soy vegetariana en la actualidad pero si q he reducido mi consumo de carne al mínimo, por ahora el tema de la leche, huevos y pescado no lo he tocado, pero no descarto hacerlo poco a poco…como tú bien dices en el post es increíble lo crueles q somos con el resto de seres de este planeta, pero hasta q no lo piensas detenidamente y lees blogs como este, no te lo planteas, xq es algo q siempre ha estado ahí, en el supermercado y no le das más vueltas…un saludo y felicidades x tu post
Noemí Rodríguez dice
Gracias Cris. Como bien dices, mantenemos esta crueldad con otros seres sólo porque no nos hemos parado a verlo con distancia. La sociedad está montada así, desde pequeños nos enseñan que las vacas viven en la granja y dan leche. Lo aceptamos como una verdad sin más. Gracias por compartir tu proceso. Pasito a pasito construimos el camino 🙂
NoemiGomez dice
¡Hola tocaya!
Pues en mi caso llevo uno meses en transición hacia el vegetarianismo. En mi caso todo comenzó por un pequeño problema de salud (colesterol alto) por el que aumenté exponencialmente mi ingesta de vegetales. Por otro lado, siempre he estado muy preocupada por lo que le estamos haciendo a nuestra Madre Tierra, y las cuestiones medio ambientales han ido pesando cada vez más en mi autoafirmación creciente como vegetariana. Aunque siempre he amado a los animales, es en estos meses en los que la empatía está creciendo, y evitar hacerlos daño se está conviritiendo también en otra razón de peso.
En cualquier caso, no es un camino exento de dificultades. En cuanto a lo que yo controlo soy prácticamente vegetariana (de vez en cuando como pescado, por lo que no lo sería del todo), pero es al salir de casa cuando la cosa se complica sobre manera. Siento que me falta determinación en este aspecto, pero es que en muchas ocasiones me quedaría prácticamente sin comer…
Un saludo y gracias por este post.
Noemí Rodríguez dice
Un placer encontrar otra Noemí por aquí 😀
Cuando empiezas a informarte sobre la alimentación, te das cuenta de que el vegetarianismo beneficia a muchos ámbitos: salud, ecología, respeto a los animales, espiritualidad, … Encaja por todos lados 🙂
Como dices, no es siempre fácil. La sociedad está montada sobre la creencia de que los animales están a nuestro servicio, y por tanto ser vegetariana (y aún más vegana) es “lo raro” y las opciones cuando salimos fuera a veces son nulas. Sé que cuesta. Dar un paseo por la playa y que todos puedan comerse un helado menos tú no es fácil. Pero es cuestión de organizarse y salir de casa con reservas en el bolso 🙂
Mucho ánimo, y gracias por compartir tu historia!
Miguel Perles dice
Hola Noemí!!
Acabo de leerte y como siempre me ha encantado 😉
Como sabes no soy vegano, ni vegetariano… al menos de momento… Reduzco un montón mi consumo de carne y derivados, y siempre intento que sean ecológicos y de producción sostenible. Igual como 1 o 2 veces a la semana.
No obstante reconozco que me cuesta mucho dar ese paso, la presión social es muy grande, cuando voy a comer por ahí, a casa de algún familiar o amigo, siempre hay carne o pescado. En realidad creo que como mucha más carne fuera de casa, que en mi casa. Pero es algo que me sigue rondando la cabeza…
Te seguiré leyendo, muy interesante lo del podcast por cierto 😉
Un abrazo!!
Noemí Rodríguez dice
Gracias Perles!
Hay mucha gente que, como tú, sin ser vegetariano está reduciendo su consumo de carne de forma natural. Me parece súper bonito que eso esté ocurriendo y está claro que no es casualidad 🙂
La presión social es muy fuerte, sí. Está todo montado sobre la base de que ciertos animales son comida, y es muy “rompedor” cuestionarse el por qué.
Me alegro de que a ti también te ronde el asunto por la cabeza 😉
Y apunto tu voto para el podcast!
Celeste dice
Muy interesante y sin duda una opción (la del veganismo) que cada vez resuena más fuerte en mi conciencia… especialmente desde que mi madre se hiciera vegana hace ya un par de años, después de haber sido vegetariana.
Yo no soy ni vegetariana ni vegana, aunque mi consumo de carne está reducido al máximo en casa (sólo como atún), sin embargo, al igual que Miguel Perles (y mucha otra gente), cuando salgo, me cuesta muchísimo hacer frente a la presión social, ya que SIEMPRE HAY CARNE en cualquier celebración…
En fin, si mi madre lo ha hecho, no veo por qué yo no podría… tiempo al tiempo.
Gracias por el post Noemí.
Noemí Rodríguez dice
Claro Celeste, poder se puede, y tú tienes a tu madre de ejemplo. Pero cada persona tiene su proceso y su momento. A veces coincide con otros en el tiempo y otras no. Pero lo importante es vivirlo con consciencia y estar abiertos a lo que ella te susurre desde dentro 🙂
Maria dice
Hola!
Hace poco que sigo tu blog y voy leyendo poco a poco. Primero de todo gracias por regalarnos tu tiempo para estar informados.
Yo estoy en transición al veganismo. Hace dos meses que en mi alimentación no hay nada que provenga del maltrato animal pero todavía no he aprendido a comprar productos de limpieza o higiene … eso lo veo más complicado. Así como el tema de la ropa… pero estoy en ello.
Por cierto, me encantan los Podcast te animo a que hagas uno es una manera muy práctica de informarse al mismo tiempo que puedes hacer otras tareas.
Que te vaya bonito.
Noemí Rodríguez dice
Hola María, y bienvenida nuevamente.
Qué bueno que estés haciendo el camino hacia el veganismo.
Es verdad que a veces no es fácil identificar si un producto lleva algún componente animal. Para mí la clave (no sólo en cuento al veganismo, sino con todo en la vida) es la sencillez. Por ejemplo, para el hogar escribí en este artículo cómo hago mis propios productos de limpieza con 3-4 ingredientes muy sencillos. Y lo mismo hago con los productos de higiene: usar ingredientes sencillos vegetales y crear mis propios productos 🙂
Espero que te sirva, y gracias por el feedback del podcast! Yo también soy muy fan y por eso me cautivó tanto la idea de empezar uno… ya iré contando.
leire dice
Hola Naomi,
Soy vegana de hace un año, te encontré a traves del grupo de facebook del podcast del veganismo.
Ojalá que hagas ese podcast que mencionabas, me encantaría escucharlo!!
Noemí Rodríguez dice
Qué alegría Leire, gracias por pasarte por aquí. Parece que el podcast interesa… 🙂
Pablo Flores dice
Hola Naomi!
Soy humano cómo tú. Reconozco sensibilidad en tu corazón.
Gracias por compartir las preguntas (reflexiones) que te llevaron a optar por una dieta vegana.
Reflexiono sobre la relación con la vida, des de una perspectiva nutricional y agraria. Tengo una sensibilidad que me lleva a la reflexión sobre los impactos que el humano genera en el entorno y los organismos vivos que lo habitan (bacterias, virus,…, hongos, vegetales, animales).
Vivo con intención de regenerar el hábitat del humano-naturaleza, des del participante, cuidador, productor… darle nuevo sentido a la relación humano-ecosistema (alimentación, cobijo, energía, agua…).
Comparto unas cuestiones, si te nutren y compartes tus reflexiones conmigo, agradecido por la posibilidad.
¿Es posible una agricultura sin que la vida esté al servicio del humano?
¿Es posible nutrir (la vida) sin la muerte? = ¿Es posible alimentar a la humanidad sin que ninguna bacteria, hongo, planta, animal muera?
Noemí Rodríguez dice
Hola Pablo,
Gracias por tu reflexión compartida.
Tiene sentido lo que planteas. Justo en estos días escuchaba esta ponencia de Mª Dolors Obiols, científica, donde explicaba que la física ya ha demostrado que cada átomo de cada célula de nuestro cuerpo, y de las piedras y plantas contiene la información del universo completo. Incluso que el planeta es un ser vivo en sí mismo.
No tengo la respuesta a tus preguntas.
Me surge la idea de que somos parte del ciclo de vida-muerte-vida de la naturaleza. Esto no justifica el generar sufrimiento como con la muerte y uso de los animales. La no violencia, y el no daño siento que es la intención de vida que nutre y construye.
Y por otro lado también veo que quizá, en potencia, es posible, pero que aún no hemos llegado a ese estado de evolución.
Son sólo ideas que lanzo al aire… Un abrazo.
Pablo Flores dice
Agradezco tus palabras y el enlace compartido. Gracias!
Con la idea que expresas veo clave la intención (motivo) des del cual uno se relaciona con todo. Toda acción genera impacto (al todo y a uno). El impacto es sintópico (regeneración) y entrópico (degradación) dependiendo de la intención y propósito con el que uno se mueva. A favor de la vida y en contra, depende de uno. Verlo es consciencia, sabes lo que genera tu acción.
La paradoja es que la nutrición de la vida implica el movimiento de la muerte, uno se nutre del otro. Dilema que se me abre al leer tus ideas ¿en toda muerte está implícito el sufrimiento? Cada día uno se relaciona con la muerte ante el movimiento de nutrirse del ecosistema que cuida y habita, y a uno des de la sensibilidad encuentra en la reflexión comprensión.
Gracias de nuevo
Que disfrutes con la vida
Un abrazo
Noemí Rodríguez dice
Gracias a ti por enriquecernos con tu reflexión.
Un abrazo.
Karla Turcios dice
Hola soy vegetariana para lograrlo lo hice lentamente pero al fin he alejado la carne de animales y peces de mis vida.
Mi objetivo es hacerme vegetariana pero en mi país que es Nicaragua que amo, no hay muchas alternativas para hacerse vegano, pienso qué puedo comer?, como reemplazar el huevo y productos lácteos.
Amo a los animales y a la madre Gaia (Terra).
Karla
Noemí Rodríguez dice
Lindo tu testimonio Karla. Gracias por compartir.
Si comes suficientemente verduras variadas, frutas, legumbres, cereales, frutos secos y semillas no tienes por qué preocuparte de sustituir huevo y lácteos. Ahí tienes todos los nutrientes que necesitamos: proteínas, hidratos, grasas, vitaminas y minerales. Lo único que sí debes tomar es un suplemento de B12, con una dosis de 100mcg/día o 2000mcg/semana.
Espero que te sirva.
Un abrazo vegano! 🙂
Alè dice
Hola!
Encontre tu blog ayer buscando soluciones naturales para productos del hogar y no puedo parar de leerte!
Yo no soy vegana, pase por mi etapa vegetariana pero al final “caí en la tentación” y ahora pienso que la vida es muy corta para privarnos de lo que nos apetece. Con esto no quiero decir que no tenga preocupaciones por el medio ambiente, una vida sana y el respeto de todos los eseres vivos de planeta. De echo, al contrario. Como carne unas 3 o 4 veces al año, suele ser cuando visito a mi abuela: ella vive en un pueblo y todos los productos son de las granjas de los vecinos, por eso consumo esos alimentos sin remordimientos puesto que estas personas cuidan de sus granjas como se hacia hace años y eso me llena de gratitud.
Muchas gracias por tu blog que sin duda es una fuente de inspiracion enorme. Ojala algun dia recuperemos los valores que teniamos de respeto a la Pachamama 😉
Noemí Rodríguez dice
Qué linda Alè, gracias por tus palabras.
Ojalá nos contagiásemos así unos de otros!
Un abrazo
Jordi Pasquina dice
Hola Noemí, soy Jordi. Soy vegano desde Enero y encuentro a faltar en los motivos o en tu momentos, los que me llevaron a mí a tomar la decisión final.
En primer motivo fue el de la salud, que fue producido por el momento post lectura del libro “el estudio de China” que si no lo has leído, es el estudio más profundo que se ha hecho a nivel mundial la relación entre alimentación y enfermedad.
El segundo motivo, fue debido a la sostenibilidad del planeta, pues la contaminación provocada por la industria ganadera es totalmente insostenible, sabes que el 70% de la agricultura se dedica a alimentar los animales que explotamos? Si se dedicara ese 70% a alimentar humanos, se acabaría el hambre en la Tierra. Y la huella hidrológica, por ejemplo para producir 1kg de carne de ternera se necesitan más 15.000 litros de agua… Sobra decir, que el resto de motivos coincido contigo respecto al maltrato animal.etc…
Un Saludo desde Ingenio
Noemí Rodríguez dice
Hola Jordi,
Qué guay leerte por aquí!
Justo esos argumentos que nombras los cuento en mis razones para ser vegetariana. Ahí detallo cada argumento por el que di finalmente el paso.
En este artículo más bien cuento mi proceso de cómo me hice vegana después de años siendo vegetariana.
Pásate por el otro artículo si quieres que va muy en la línea de lo que comentas.
Un abrazo!
Miriam dice
¡Hola Noemi! Tengo 18 años y hace ya más de un año que quiero hacerme vegetariana. Cada vez lo tengo más claro y siempre que como productos animales lo hago con culpa. El problema lo tengo en cuanto a mis padres, porque no sé cómo reaccionarán cuando les diga que me quiero hacer vegetariana. La comida me la haría yo, pero me echa para atrás su posible reacción. ¡Gracias por este blog y por tu dedicación!
Noemí Rodríguez dice
Miriam, no sabes cómo te admiro que hayas despertado a esta realidad tan jovencita.
Lo que te ocurre es perfectamente normal. Imagínate que yo tenía 23 años y también tuve miedo de la reacción de mis padres.
Lo que yo hice, por si te ayuda, es irles dando información de mis pasos poco a poco. Cuando había carne para comer, advertía que me servía poca, que no quería comer tanta carne. Fui cambiando los lácteos por bebidas y yogures vegetales, y en unos meses anuncié que ya no comería más animales. Había tomado la decisión internamente, llevaba un tiempo cambiando mi forma de comer, así que ya me sentía con fuerza para “aguantar el chaparrón” de la reacción de mis padres.
Si tienes la convicción internamente de que esa es tu decisión, transmítelo con sinceridad. Esa verdad que sientes en tu corazón es la fuerza que transmitiŕás cuando lo comuniques.
La reacción de tus padres no está en tu mano, pero si es lo que está en tu corazón seguro que podrán llegar a un entendimiento.
Espero que te sirva. Mucho ánimo!
Un abrazo grande