¿Cuál es la alimentación fisiológica del ser humano? ¿Para qué alimento fuimos diseñados?
Esta es la pregunta que me trajo la actual crisis sistémica que estamos viviendo.
Después de mucho investigar, experimentar y profundizar llegué a esta conclusión: tu alimento ideal es el que tu estado de consciencia puede sostener.
¿Y eso qué significa?
Es lo que desarrollo en este artículo.
Vamos allá.
¿Cuál es la alimentación ideal del ser humano?
La alimentación es un tema delicado, porque a las personas cuando les tocas su comida, automáticamente se posicionan a la defensiva: de sus creencias, sus dependencias y de una de las necesidades básicas para la supervivencia humana: alimentarse.
Yo empecé a hacerme preguntas y desterrar creencias erróneas sobre mi alimentación en 2003, cuando me inicié en nutrición con un curso de alimentación y salud en la mujer.
Vegetariana desde 2004, y vegana desde 2017, a pesar de estar en continuo estudio y formación sobre nutrición, hasta ahora no me había cuestionado seriamente para qué alimentos estamos hechos los seres humanos.
Me estuve haciendo esta pregunta constantemente. Me llegó a “obsesionar”.
Y finalmente tuve mi respuesta.
La naturaleza ya nos creó con todo lo necesario y los alimentos disponibles para la vida: aquellos alimentos vegetales en su estado natural, que no necesitan cocción para ser consumidos.
El cuerpo humano está diseñado biológicamente para comer frutas y vegetales crudos, pequeñas cantidades de semillas y frutos secos activados, germinados o brotes.
En estos alimentos naturales encontraremos, en cantidades adecuadas, los macronutrientes que necesitamos (proteínas, carbohidratos, grasas) así como los micronutrientes (minerales, vitaminas y oligoelementos).
Hay muchas razones llegar a esta conclusión, pero esto más largo de desarrollar y lo dejo para otro artículo 🙂 .
Por qué muchas dietas distintas funcionan, aunque no sean la dieta ideal/biológica
Seguro que conoces a personas que toda su vida se han alimentado de forma convencional, comiendo carne, legumbres, cereales, verduras, frutas, etc. y son personas mayores saludables.
Luego está la gran variedad de dietas que existen hoy en día, algunas incluso totalmente opuestas a otras, como la macrobiótica, mediterránea, vegetariana, vegana, paleolítica, cetogénica, crudivegana, frugívora, carnívora, …
Tantos tipos de alimentación diferente, y que muchas personas siguen y encuentran en ellas una mejora en sus problemas de salud y la consideran por ello la dieta más saludable.
¿Cómo es posible?
¿Por qué unas dietas son perfectas para unas personas y nefastas para otras?
La respuesta es diversa.
Desde un punto de vista más físico se pueden dar muchas variables. Además del componente genético, hay que sumar la toxemia acumulada durante toda la vida, si favorecemos o no su eliminación, la actividad física, factores medioambientales, …
En el primer caso, de esas personas mayores que se han alimentado toda su vida de forma convencional y se mantienen sanas, suelen ser personas que comen de forma moderada, pocas veces al día y casi nunca productos procesados. Sobretodo fue así en su primera infancia (o incluso la mitad de su vida), donde no existían productos procesados ni tanta abundancia de alimentos como ahora. Además de vivir una vida tranquila, y muchas veces con propósito.
En el segundo caso de las distintas dietas que muchas personas aseguran haber mejorado su salud, suele ser porque venían de una alimentación más industrializada, y al cambiar se nota la mejoría. No porque la dieta a la que cambian sea ideal, sino porque simplemente es mejor que la que llevaban hasta ahora.
Y desde un punto de vista más amplio, la respuesta es la coherencia.
Tu alimentación ideal es la que está en coherencia con tu estado de consciencia.
Por eso, siempre que un cambio de alimentación se realiza por una toma de consciencia, esa nueva dieta va a estar alineada con lo que piensas y sientes, y va a ser más saludable para ti en ese momento.
En cambio, cuando el cambio de alimentación lo realizas desde una motivación meramente mental, porque “te lo propones” o “estás convencido” de que es la mejor dieta, pero realmente no lo tienes integrado en tu ser, esa dieta quizá te resulte en un inicio, pero es posible que te dé problemas a largo plazo. Lo que comes no vibra en la misma frecuencia que tú.
Esta es una de las razones por las que, cuando estás estresada, sientes que no estás viviendo lo que eres auténticamente, u otra vibración de este tipo, tus elecciones de alimentación suelen ser con más azúcares o alimentos procesados.
Eliges los alimentos que resuenan con la frecuencia que vibras en ese momento.
Tu alimento ideal ahora es el que está en coherencia con tu frecuencia ahora
Conforme vas tomando consciencia en tu evolución vital, vas modificando tu alimentación llevándola (en general progresivamente) hacia una dieta más vegetal, viva, sutil.
Las tradiciones espirituales siempre han estado vinculadas a algún tipo de recomendación dietética, sobretodo a la práctica de ayunos y reducción de ciertos alimentos considerados de baja vibración espiritual, como los de origen animal.
Tal y como yo lo siento, la relación de la alimentación con el estado de consciencia es bidireccional: Una alimentación con más energía vital (la energía del sol a través de las plantas en su estado natural) además de ayudar a limpiar el cuerpo físico, renueva tu energía a todos los niveles: espiritual, emocional y mental. Y viceversa, la toma de consciencia en cualquiera de estas dimensiones de tu ser, tiene una influencia en el tipo de alimentación por la que te sientes atraída.
Por eso, muchas personas que empiezan a hacer un camino espiritual van transitando también hacia una alimentación más vegetal. Y al contrario, personas que empiezan una alimentación más natural comienzan a despertar nuevas facetas a nivel espiritual, mental y/o emocional.
Por supuesto, esto no es matemático. Muchas personas empiezan una alimentación vegana porque está de moda, por la presión de su ambiente (pareja, amistades, …) o porque se lo proponen mentalmente como meta porque han leído que es más ecológico, más ético o más “espiritual”. Pero como no está alineado con su estado de consciencia, este cambio no es fruto de una transformación, por lo que no es perdurable en el tiempo, o incluso puede llegar a enfermarles.
Porque, aunque todo influye, no es tan importante lo que haces sino la consciencia con la que lo haces.
El camino de transición consciente, saludable y sostenible
Como cualquier cambio de hábitos, un cambio de alimentación va a requerir pasar un tiempo de “incomodidad” en la que buscas nuevos alimentos, dónde adquirirlos, recetas, organización, rutinas, …
Esto es perfectamente normal.
Pero sí es importante tener presente que meterte con calzador una alimentación vegetal y natural, a pesar de ti misma, no es ni consciente ni saludable.
Ante todo tiene que ser un acto de amor también hacia una misma, que irremediablemente está unido al amor a la naturaleza que somos.
Si ves claro que una alimentación más vegetal y viva es con lo que quieres alimentarte, busca la información y herramientas para ello, pero además, procura armonizarlo con las demás áreas de tu vida. La energía de las plantas es muy poderosa, y para mantener esta coherencia en todo tu ser es necesario que pongas consciencia también en otras áreas de tu vida.
Tu alimento ideal es el que tu estado de consciencia puede sostener.
Porque es complicado sostener una alimentación viva y vegetal viviendo en una situación de estrés continuada, respirando y/o llenando tu piel de tóxicos a través de los productos de higiene, cosmética y/o limpieza, desconectada de la naturaleza, sin dejar energía y recursos al cuerpo para su limpieza y renovación, …
Todo está conectado.
Por eso hablo de Viviendo Consciente, saludable y sostenible. Porque enfocarte en una sola área no es equilibrado. Va más a tu favor recorrer esta espiral por todas las áreas de la vida tomando consciencia de lo que es bueno para mí, para el planeta y todos los seres que lo habitamos.
Si quieres profundizar en el ámbito de la nutrición, desde una visión más holística, te invito a formar parte de Tidagua.
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